- Palomitas y snacks en cines y teatros. Comparadas con los costos de boletos o sus equivalentes en espacios exteriores, los precios de estos antojos suelen ser excesivos, sino ridículos.
- Tarjetas de felicitación. Si consideramos que muchas de ellas sólo son cartón decorado, impreso en grandes volúmenes, comprenderemos que sus costos están sobrevaluados.
- Libros de texto. Para muchos padres de familia la compra de útiles escolares a principio de año o semestre suelen ser más costosos que las propias mensualidades (cuando las hay) o que las cuotas a pagar en las escuelas públicas, lo cual convierte estos objetos necesarios en objetos casi de lujo, inaccesibles para muchos papás, a menos que se recurra a casas de empeño o similares, convirtiendo la educación gratuita en no tan gratuita.
- Tinta y tóner para impresoras. Son tan costosos que incluso algunos llegan a superar el propio costo del accesorio en cuestión. Si esto no es contradictorio, entonces no sé que lo es.
- Moda con nombre de marca. Como lo habíamos comentado en un blog previo los accesorios de moda también suelen estar sobrepreciados sobre todo si consideramos que muchos de ellos pierden su utilidad de estilo en menos de un año.
¿Qué responden los consumidores con la situación económica actual? La mayoría de estos artículos no han perdido su poder de seducir a los consumidores aunque en ciertos sectores económicos si se ha revaluado su adquisición, principalmente aquellos en contracción como los de clase media (C), lo que nos lleva a pensar que en algún momento perderán presencia, reestructurarán sus estrategias o simplemente los consumidores aprenderán a vivir sin ellos.
Fuente: Yahoo Finance.
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